Abordé puntual el vuelo en Oahu que me conduciría a Kona en Big Island, la isla más grande de Hawaii, luego de un proceso totalmente automatizado de chequeo y embarque, vía Hawaiian Airlines.
Mi idea sobre pasar unos días en Big Island (sólo 2 días y 2 noches) era vivir la experiencia Hawaiiana más local, visitar el volcán Kilauea y asistir a un Luau, dado que en mi investigación leí que los de acá eran mejores que los de Oahu, que eran más turísticos. Como el pasajero propone y la isla dispone, la visita al volcán estaba muy limitada esos días porque estaba muy activo, por lo que ya estando instalada me avisaron que el tour de ascenso fue cancelado, pero modificado por otra experiencia que resultó súper bonita.
En el mismo aeropuerto luego de curiosear sus instalaciones, encontré taxi de pre pago que me llevó directamente al Hotel Courtyard King Kamehameha, en Kailua Kona, el que elegí por cuatro motivos: precio, ubicación, porque tenía playa propia (de las únicas con arena de la zona) y porque también tiene un Luau, Island Breeze, el que tiene muy buenas referencias (de hecho, por eso lo hice aquí y no en Oahu).
La ubicación era perfecta, pude ir caminando casi a todos lados que necesité, pero mejor fue la playita que estaba ahí mismo .... enmarcada por las antiguas instalaciones donde se dice habría vivido el mismísimo rey Kamehameha que le da el nombre al sitio.
El hotel también tenía un Spa Kona Spa and yoga, más sencillo que el de Oahu, pero también más barato, así que pude tomar otro masaje Lomi Lomi, que me dejó más que relajada.
El barrio también era perfecto, sólo me dediqué a caminar la ciudad Old Kona, cuyo comercio se sitúa frente al mar, y fui visitando distintas galerías, llenas de tienditas de recuerdos, de restaurantes y micro cervecerías artesanales.
La estética aquí tiene más correspondencia con la idea que tenía yo (en mi imaginación), del ambiente isleño: casas pintadas en colores claros, con balcones con vista al mar, muy hermosas.
Una de los edificios más impresionantes es la Iglesia Mokuaikaua, que estaba por cumplir 200 años, resabio de las primeras misiones católicas en la isla.
Tuve la surte de pasar por casualidad por el Kona Farmers Market, que funciona sólo algunos días de la semana hasta las 16:00 horas, donde había toda una sección dedicada a las flores, de colores y formas exóticas; pude reconocer los Anturium y las bellas orquídeas que se dan en forma explosiva y de mil colores.
También estaban a la venta los colares típicos de bienvenida hechos con Frangipanis.
Se pude tomar también el Kona Trolley para pasear por las distintas partes de la isla, por solo 2 dólares. Tiene varias paradas hoteleras y también para hacer algo de shopping, aunque sólo hay Target, Macy´s y Wallmart.
En el rubro de comidas si hay mucho que decir; hay varias comidas más típicas como la Malasada, que es una especie de buñuelo frito relleno de crema o chocolate exquisito, herencia de los portugueses que habitaron la isla, y, también el Shave ice que es como un icono de la ciudad y que se trata de un montón de hielo muy compacto (como granizado), a la cual le agregan jarabe de distintos sabores, incluso hay uno versión rainbow... yo probé el de frutilla, que sabía igual al helado Condorito.
Justo en la galería contigua a mi hotel estaba el Menehune Coffe Company, donde además de regalonearme con un panqueque delicioso pude probar el mítico café Kona que crece en la ladera del volcán Mauna Loa, con denominación de origen y que es exquisito. Hay toda una industria del café desarrollada en esta isla incluyendo varios tours a los cafetales, pero por tiempo los omití.
También visité Kona Coffee and Tea, que es una cafetería preciosa, donde vender un café buenísimo, pero también todos los accesorios para café y te que se puedan imaginar, yo acá compré un infusor de té, que tiene un compartimento para las hojas, que lo hace portable muy práctico.
Como ya había contado antes mi objetivo para esta porción del viaje era visitar el Parque Nacional de los Volcanes, listado como Patrimonio de la Humanidad por UNESCO, pero en esos días Kilauea- el volcán más activo del planeta- anduvo haciendo de las suyas y todos los tours de ascenso fueron cancelados (al igual que los de observación de estrellas que son muy famosos), la agencia con la que había contactado Big Island Adventures, me ofreció una modificación, con la que no estaba muy entusiasta al principio, pero que resultó ser una gratísima sorpresa.
Ellos gestionaron con Sunlight on water una mañana para nadar con los delfines. Lo bonito de esta actividad es que ellos no están cautivos, si no que es visitante quien se traslada en grupos pequeños en bote hacia donde ellos regularmente están y se bucea un poco aguardando que ellos pasen por al lado, arriba o abajo.
Mi grupo estaba formado por 5 personas, más dos guías y un fotógrafo, que curiosamente hablaba español porque su madre es de Puerto Rico, partimos a las 08:00 AM desde Keauhou Harbor, donde llegué en taxi, en la lancha Uhane Nui O Nai´a y navegamos toda la costa de Kona.
Tuvimos varias paradas para ver a los delfines nadando y saltando en la superficie y varias otras para hacer snorkel y explorar los arrecifes.
En una de las paradas se podía nadar hacia una playa hermosa y cristalina, yo me quedé curoseando el arrecife y me encontré con una tortuga gigante, que nadaba distraída hacia la superficie.
El día anterior había comprado una funda para poder sacar fotos debajo del agua con el teléfono, así que aunque no podía ver nada, disparaba como enajenada a mis compañeros de nado ... así pude captar varios grupos de más de 20 delfines que hacían su vida diaria en estas costas, fue una experiencia muy linda, porque no están cautivos y aunque no se interactúa al nivel de poder tocarlos, fui feliz de poder verlos en su hábitat, nadando para todos lados.
Como no se veía nada y yo disparaba para todos lados, salió una selfie mano muy bonita, más 10.000 tomas en que no se veía absolutamente nada.
Terminada la jornada de nado, la tripulación nos ofreció un snack hawaiano, que incluyó dulces frutas y verduras con diferentes dips, luego nos dejaron en el punto de partida y caminé al cercano Sheraton Kona, donde pude tomar el Kona Trolley de regreso al hotel.
Otra actividad que pude vivir acá fue un "verdadero" Luau. Elegí el Island Breeze, porque tenía las mejores referencias y en realidad es una experiencia muy completa.
Como ese día llovió la Corte Real del Rey Kamehameha, que usualmente llega en Canoa a la playa, llegó caminando por medio del hotel; sus súbditos coronaron a los asistentes y ofrecían unos tatuajes como de henna, estilo timbre, en las piernas o en los brazos, para quienes quisieran.
Luego vino el momento de la comida, que es una especie de curanto llamado "Imu" y un gran bufette de ensaladas y carnes que incluía mucho cerdo y algo de pescado, además de muchísima y deliciosa piña, acompañado de Maitai sin fin. Me gustó acá el Poi, que es una especie de puré de un tubérculo llamado Taro, y un pollo BBQ, pero adobado con café de Kona.
Los bailes son espectaculares y llenan toda la expectativa que tenía sobre ellos: la música y la cadencia de la danza tradicional Hula Kahiko, representando cuadros de Hawaii, pero también de Samoa y Tahiti.
Cuando paró de llover, nos invitaron a caminar a los jardines del hotel y pudimos ver otra danza polinésica dedicada al fuego. Ahí aparecieron unos bailarines fornidos, muy acrobáticos, agitando energéticos y lanzando varas encendidas con toda maestría.
Este es mi recorrido por la Big Island, lugar que me sorprendió con un gran cambio de planes, pero con un ritmo tranquilo, acompasado con los espacios de sol y lluvia, nadando con criaturas maravillosas, y conmovida por los sones y movimientos del baile .... Kilauea y Mauna Kea será para otra ocasión ...
Desde Big Island volaría a Oahu nuevamente donde abordaría el vuelo que a primera hora me dejaría en Los Ángeles, y desde donde iniciaría mi recorrido por parte del Pacific West Coast acompañada por mi amiga Carolina, que en ese entonces vivía en Monterey, CA (ahora vive en Sydney).
Next destination: Los Angeles, CA